Todos tenemos un maravilloso propósito de vida, estamos aquí con una misión. Somos la creación especial de Dios, quien nos hizo únicas e irrepetibles, cada una con lo necesario para lograr ese legado. Estamos en el mundo, sumergidas en una multitud, pero sin perdernos en ella, precisamente porque tenemos el sello de autenticidad de nuestro Creador.
A pesar de que nuestro propósito de vida le otorga el sentido a nuestros pasos, son muchos los que aún desconocen cuál es, por lo que sienten que caminan por la vida sin rumbo y que sus acciones no van de la mano con la felicidad.
Hoy quiero que tú y yo cambiemos ese panorama, que nos coloquemos en el punto de partida de ese objetivo y con determinación firme nos pongamos en marcha.
¿Qué es propósito de vida?
Si te preguntas, qué es ese propósito de vida del que escucho hablar a otros. Te diré que se trata de aquello que Dios ha determinado para ti.
Por tanto, no se trata de lo que quieres tú, sino de Su Plan contigo. Ahora, contamos con un Dios tan inmenso, compasivo y maravilloso, que en su infinita Gracia nos permite sentirnos gozosas mientras llevamos a cabo ese propósito.
Ojo, ese gozo del que te hablo no significa que estamos exentos de procesos y tribulaciones, sino más bien de que aún cuando estos llegan, tenemos la certeza de que estamos en el camino correcto.
Es por eso que muchas veces este se relaciona con aquello que nos apasiona, que nos inspira, que llena nuestra alma y espíritu, que nos hace sentir plenas y felices. Él hace que al hacerlo, el corazón nos lata de una manera distinta confirmándonos que "para eso estamos aquí"; permite que llene de gozo nuestro espíritu, porque con eso le servimos y agradamos a Él.
No se trata de algo lejano de lo que nunca hemos escuchado, al contrario, es algo que nació en nosotras y nunca nos ha abandonado.
A lo largo de la Biblia podemos reconocer cómo obra Dios en nosotros y nos enseña nuestro propósito, cómo se manifiesta su voluntad. El mismo Jesús vino con el propósito de salvar a la humanidad, convertirse en el puente hacia el Padre y llevarnos a la verdad; María, Moisés, Abraham, Noé… todos tenían una misión.
Y fíjate que no se trataba de algo que ellos simplemente escogieron, no… porque no es una simple decisión, es algo más fuerte que confirma nuestra existencia y para lo que fuimos escogidos.
¿Cómo descubrir nuestro propósito de vida?
Si aún desconoces cuál es tu misión de vida, te invito a hacer una pausa y acercarte a tu Creador. Es imposible saber cómo algo funciona o para qué fue creado si no vamos a su manual, a su inventor.
Reflexiona, medita, escucha lo que Dios tiene para ti. Olvídate del mundo y de lo que quieren los demás, concéntrate en Él. Ora, pues nada lograrás si no pones todo esto en manos de quien te creó y de quien sí sabe para qué estás aquí.
Pídele dirección a Él, implora su manifestación a través del Espíritu Santo, ruega para que te revele tu misión y te acompañe en ese camino, de manera que comprendas su voluntad y no tus propios deseos. Presta atención a las señales, porque sabemos que Él obra de manera maravillosa. Así que no te pondrá delante la respuesta tal cual, sino que te enseñará el camino para que te esfuerces y desarrolles las habilidades que necesitas tener.
Recuerdo que cuando me encontraba yo allí, preguntándome para qué estaba aquí, sintiéndome sin sentido y como si nada de las cosas que hacía me llenaban o estaban alineadas a un propósito mayor, tambaleándome entre la tristeza y el desgano, alguien me dijo: ¿Cómo sientes que Dios te ve? ¿Qué te ha dicho Él sobre ti?
Eso me ayudó a entender la visión de mí misma, de mi propia vida, a empezar a dirigir mis acciones a eso que Dios había dispuesto. Entre llantos le pedía a Dios que me guiara, porque sabía que había venido al mundo para algo más que solo sobrevivir.
A su tiempo, a su manera, me respondió. De igual forma, sé que te responderá y te ayudará a ti.
Lo importante es que entiendas que, justo desde donde estás hoy, tú puedes empezar. No te hace falta nada.
¿Sabes qué es lo hermoso de descubrir tu propósito de vida?
Que cuando lo haces cumples con SU plan perfecto, le sirves a Él, ayudas a edificar su reino, mantienes tu vista en Jesús, alcanzas una felicidad genuina y plena, le sirves a tu prójimo, eres luz y sal para el mundo. Por tanto, no solo eres feliz tú, también regalas algo a la humanidad que NADIE más puede, porque para ello fuiste creada tú.
Y es que reconocer tu misión te ayuda a trazarte retos, a caminar segura, a tomar mejores decisiones, a ir por la vida con una verdadera razón de vivir.
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