No soy perfecta, soy un puñado de sentimientos diversos que de vez en cuando explotan en este mundo cambiante.
Ciertas mañanas, despierto con plena sonrisa en mi rostro que obliga a los demás a bailar a mi ritmo y sonreír conmigo. Pero otros días mis expresiones son contrarias, y colocan un muro ante mí que nadie se atreve a derrumbar. Un día soy fuerte, pero no falta aquel día en el que entonces me gana la debilidad.
Me han herido tantas veces que ya se me complica distinguir quién es sincero; pero también he conocido tantas buenas personas que sigo creyendo que vale la pena confiar. He sido la autora del sufrimiento de otros, y aunque afirmo nunca ha sido intencional, no siempre se me hace fácil pedir perdón.
¡Ah, el perdón! He perdonado tantas veces que no considero a nadie mi enemigo. No niego que en ocasiones me gana el orgullo y me duele perdonar, pero el tiempo siempre ha sido mi aliado para poco a poco ayudarme a sanar.
Vivo al máximo mis momentos felices y trato de no desperdiciar un segundo de mi vida. Sin embargo, también me arropan los momentos tristes y me empujan a un abismo donde pierdo las fuerzas para seguir. He aprendido que no todo el que está a mi lado está por las razones correctas, pero también he aprendido que solo yo decido quién puede hacerme daño y quién no.
He conocido personas que han intentado matar mis sueños e ilusiones, y confieso que hasta lo han logrado cuando se lo proponen… Pero también he conocido otras que alimentan mi alma y me empujan a construir mis sueños.
He aprendido que nunca en la humanidad debe descansar mi gozo y mi aliento, sino en aquél que me creó y en aquél que su vida dio por mí.
Cada día me miro al espejo y me siento orgullosa de quien soy; aunque admito que ciertos días quisiera abandonar este cuerpo y ser otra persona. Tengo grandes metas y objetivos, pero confieso que a veces me gana la rutina y los días pasan sin tan siquiera pensar en ellos.
Hay días en los que oro con tantas ganas y tengo tanto para decir, pero no faltan aquellos donde tengo que hacer morir mi humanidad y orar por encima de mis deseos, porque al final sé que allí es donde pertenezco y dónde recibo lo que necesito para seguir.
Soy la persona loca a quien le enamoran los detalles, quien cree que existen los buenos amigos y a quien no le pesa prestar su hombro a otros. Quien asume el dolor de otros como si fuera suyo y ama servirles con todo lo que es. Me he tenido que despedir de grandes personas, pero Dios siempre se encarga de traerme nuevas personas maravillosas para que caminen conmigo.
Soy yo quien ama con locura, quien perdona sin rencor, quien llora de alegría, quien se molesta por sencilleces, quien olvida llamar a quien ama, quien siempre da un beso de despedida… Sí, soy yo, la persona hecha de un puñado de sentimientos diversos.
He conocido el piso y sé que es normal caer, pero ponerme de pies se ha convertido en ese hábito que jamás pretendo soltar. Trato de ser mejor cada día y de amar mis virtudes y defectos, porque ya comprendí donde descansa mi identidad y valor. Sé bien que mis circunstancias no me definen y que mi propósito es parte de un plan mayor.
Soy perfectamente imperfecta, porque así me hizo Él. Con lo justo para caminar mis rumbos, pero con lo necesario para sostenerme en Él; con lo justo para estar ahora en el mundo, pero con lo necesario para llamarme hija de Él.
Comments