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Foto del escritorDoris Guzmán

Mujer, ¡detente!

Estás preparando la cena mientras ciertos pensamientos rondan por tu cabeza. Hace dos días tenías que entregar un proyecto en el trabajo que aún está en la lista de pendientes. Las fiestas navideñas del colegio te han mandado a la tienda más cercana un par de veces. Ahí, mientras mueves la cuchara, recuerdas que tu hijo mayor tiene cita médica en dos semanas y debes pedir el permiso con tiempo en el trabajo. La bebé llora; mientras cierras los ojos y suspiras te preguntas cuánto faltará para que tu esposo llegue a casa. Dos lágrimas ruedan por tus mejillas. No recuerdas la última vez que sacaste un tiempo para ti. El dolor en los hombros es un indicio de que necesitas un respiro.


Esto que acabo de describir suena como una escena de una película dramática, pero es lo que muchas mujeres vivimos en el día a día. La carga mental femenina es algo de lo que se ha empezado hablar en las redes sociales. Pero, ¿cómo poder lidiar con tanta abrumación? ¿Cuál es la manera de fluir en medio del caos de los pendientes?

Unos meses atrás platicaba con una amada amiga acerca de todas las cosas con las que tenemos que lidiar en el día a día. Yo externalizaba con ella cómo este año se había convertido en un sinfín de trabajos, citas médicas de mi niña e imprevistos. Recuerdo que mi amiga en algún momento de la conversación utilizó la palabra locomotora, transporte del cual he analizado su dinámica en un proceso de introspección. Permíteme contártelo.

Una locomotora es una máquina que va a la cabeza de algunos trenes con el fin de darle movilidad a los vagones que componen este medio de transporte. Usualmente, utilizan diferentes tipos de combustibles o electricidad para poder cumplir su función de manera adecuada.


En alguna escena de una película en algún momento hemos visto cómo esta máquina va a todo vapor mientras lleva al tren a su destino. Imagina qué pasaría si esta locomotora jamás hace un alto y sigue trabajando sin parar. Pudiera ser que en algún momento se le acabara el combustible y se detenga o, en el peor de los casos, produzca un fatal accidente. ¿Suena catastrófico, no? Pues esto es justo lo que pasa con nosotras y la carga mental que asedia nuestras vidas.


Hay un versículo muy leído y escuchado por los creyentes que en la mayoría de las ocasiones lo utilizamos simplemente para evangelizar y creo que nosotras también debemos apropiarnos día a día de este pasaje bíblico: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Juan 11:28).


Sé que la palabra descanso suena utópica, debido a que en ocasiones no vislumbramos un atisbo de esperanza de que en algún momento podremos parar de hacer y hacer; no obstante, descansar en Dios no implica simplemente dejar de moverse, significa que nosotras entendemos que tenemos un refugio eterno. En el Salmo 55:22 se nos sugiere “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará”.

Cuando entendemos que en el Señor podemos encontrar descanso, una puerta hacia la tranquilidad se abre. ¿Los pendientes seguirán ahí? Es muy probable. Pero cuando tú y yo nos tomamos el tiempo de apartar ese momento íntimo con nuestro Padre, él trae sosiego a nuestra alma cansada y abatida, renueva nuestro ánimo.


Cuando esto sucede, empezamos a ver las cosas de manera diferente y percibimos los pendientes, no como una lista interminable de cosas que realizar, sino que entendemos que cada uno de estos se enlazan con el propósito para el cual Dios nos ha creado: ser la guía de nuestra familia.


Recordemos a la mujer virtuosa de Proverbios 31. Era una mujer que no tan solo desempeñaba los roles de madre y esposa, sino que también era empresaria (hace telas y vende y da cintas al mercader” v. 31), obrera (busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos, v. 13) y entregada a la labor social (alarga su mano al pobre y extiende sus manos al menesteroso, v. 20). Y cuando leemos los versículos que refieren sus roles principales en el hogar, se le describe como una mujer que velaba por su familia con devoción.


La parte más interesante de este capítulo se encuentra en el versículo 30: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada”. ¡He aquí el secreto! Lo que permitía a la mujer virtuosa desempeñarse de esa excepcional manera, sin rendirse en el intento, era que tenía una confianza puesta en su Señor. Así mismo nosotras podemos afianzar nuestra confianza en Dios y contarle a Él todo lo que nos preocupa y nos aflige. Verás como todo fluirá y sin darte cuenta, poco a poco las cosas volverán a su lugar.

Retomando la analogía de la locomotora, estas máquinas son revisadas cada cierto tiempo y se les da mantenimiento. Siempre que llegan a una estación los técnicos correspondientes las revisan y reparan todo lo que pueda influir en su correcto funcionamiento.


Es necesario que paremos. Descansa en tu Padre y permítele iluminarte en tu día a día, dile en oración que te ayude a ser esa mujer de paz. Deja que el Señor le dé el orden y sentido a tus rutinas. Ve, entrega tus cargas en sus manos.


¡Dios te bendiga!

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