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¿Estoy dispuesta a esperar con paciencia?

Vivimos en un mundo dominado por la inmediatez y la gratificación instantánea, la paciencia se ha convertido en una virtud cada vez más escasa. Todo lo queremos para ya y se nos olvida que todo pasa por un proceso. Sin embargo, como cristianos somos llamados a esperar con paciencia en todas las áreas de nuestra vida, confiando en el plan perfecto de Dios para nosotros.


En las escrituras encontramos ejemplos de aquellos que esperaron con paciencia en medio de pruebas y tribulaciones. En el Salmo 37:7 se nos dice: "Guarda silencio ante el SEÑOR, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, ante los planes que ponen en práctica".

¿Por qué somos tan dados a medir nuestro progreso con el de los demás?


La historia de Abraham y Sara es un poderoso ejemplo de paciencia y fe. A pesar de su avanzada edad y la aparente imposibilidad de concebir hijos, esperaron con paciencia en la promesa de Dios. Finalmente, Isaac nació, cumpliendo la promesa en el momento perfecto de Dios.


En el libro de Santiago se nos exhorta a ser pacientes en medio de las pruebas, recordando que la paciencia produce carácter y nos hace completos y perfectos, sin que nos falte nada, (Santiago 1:2-4).



La paciencia no significa simplemente quedarnos inactivos, sino confiar en Dios y perseverar en la oración y la fe mientras esperamos su respuesta. Como dice Isaías 40:31: "Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán".

Esto nos enseña que la espera trae consigo recompensa.


En tiempos de incertidumbre y espera, podemos encontrar consuelo en las palabras del Salmo 27:14: "Espera en el Señor; sé fuerte, y él fortalecerá tu corazón. ¡Espera en el Señor!".


La paciencia no es fácil, pero con la ayuda de Dios podemos cultivar esta virtud en nuestras vidas. Al confiar en Su plan perfecto y esperar con paciencia, encontraremos paz y fortaleza en medio de cualquier circunstancia.

Que el mundo no te haga correr si aún no sabes caminar, más bien deja que sea el Señor guiando tus pasos a la medida que esperas en Él y Su voluntad.


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