Una mirada abierta a nuevas expectativas, nuevos horizontes, la alegría y satisfacción que produce tener algo nuevo, así como este año, suma de nuevas oportunidades, metas y objetivos por lograr. Cuenta que vuelve a cero y debemos recordar que lo que realmente vale es aquello que no podemos dejar pasar.
Vivamos este nuevo año de una manera más intencional, dispuestos a sanar nuestras heridas y ser mejores personas de lo que ya éramos. Encontrarnos con nuestro yo interior y descubrir los miles de planes y proyectos que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Iniciemos este año haciendo un compromiso consciente de lo que verdad queremos para nuestras vidas y familias. Enfoquemos nuestras metas y objetivos no solo en lo social, económico o profesional, prioricemos también lo espiritual, emocional y ministerial que es lo que nos queda para siempre.
Procura en este día no elegir muchas metas que luego no podrás cumplir, que lo que hoy te llena de entusiasmo no se acabe en Febrero. Debemos tener en cuenta nuestro diario vivir y según venga el día, ir entregándole al Señor cada meta que queramos cumplir y agradecer por los pequeños avances que se vayan presentando.
Su palabra nos deja ver la intención de Dios para con nosotros, el cómo debemos hacer las cosas. Colosenses 3:23-24 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
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