Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:32
La benignidad, unos de los frutos del Espíritu, que está estrechamente relacionada a la bondad, la mansedumbre y la humildad, también es una virtud que va más allá de lo que aparentamos, o de una sonrisa, sino en lo que realmente somos, en acciones, no sólo de hacer el bien o tener compasión hacia otra persona, sino procurar cada día parecernos a Cristo, quien fue el mejor ejemplo de benignidad que podemos encontrar en la biblia.
A pesar de que hoy en día vivimos en un mundo donde reina la maldad y hay tanto egoísmo, Jesús a través de Su Palabra nos muestra que sí podemos ser benignos e imitadores de Él, lo podemos ver en la Biblia, hay tantos ejemplos que nos muestran a un Jesús que practicaba constantemente este fruto del Espíritu, podemos ver la historia de Bartimeo, ciego de nacimiento que daba voces a Jesús pidiendo misericordia, anhelaba recibir un milagro y muchos lo reprendían, pero Jesús se detuvo, escuchó su clamor y lo mandó llamar, no lo vio como un estorbo, sino que tuvo compasión de él y le preguntó: Qué quieres que te haga? Y aquel hombre le respondió: que recobre la vista, y su milagro fue hecho y éste seguía a Jesús, (Marcos 10:46-52). Cuántos ejemplos más de Jesús podemos encontrar en la Palabra, que en todo tiempo vivía constantemente cultivando este fruto del Espíritu.
Como seguidoras de Jesús que decidimos dejar todo lo malo atrás y vivir una vida que le agrade a Él, debemos cada día aprender a cultivar este fruto del Espíritu, el cual debe de ser evidente en nosotras, y la Palabra nos muestra cómo podemos cultivarlo:
A través de un arrepentimiento genuino. No podemos ser benignos con otros sino no nos hemos arrepentido, ese arrepentimiento verdadero que viene de un corazón que reconoce que es pecador, pero que tenemos un Padre que nos condujo al arrepentimiento por medio de la fe de su hijo Jesús.
Un corazón agradecido. La gratitud hacia el Padre nos enseña a ver las necesidades de los demás, a ayudar, dar amor, incluso a aquellos que nos maltratan, (Mateo 5:44). Haciendo todo porque el Padre nos amó primero, no por méritos ni por reconocimientos.
Proveyendo al pecador la oportunidad de ser salvo. El Señor manifestó su amor y su bondad para con nosotros, dándonos la oportunidad de ser salvos por medio del arrepentimiento, lavamiento de la regeneración y por la renovación del Espíritu Santo (Tito 3:5). Este es uno de los mejores ejemplos que podemos modelar de la benignidad, trayendo a otros a Jesús.
Que el deseo de cada una de nosotras sea esforzarnos todos los días en reconocer las maneras en las que el Padre muestra su benignidad a hacia nosotras, en cultivarlo tal como Él nos ordena en Su palabra, cada vez que podamos identificar una necesidad en alguien y poder suplirla, sea una necesidad material o que esa persona necesite amor, pensar: lo haré como Jesús lo hizo conmigo, no puede haber otra cosa más gratificante y que pueda producir gozo que ésta, ser instrumento para que otros conozcan a Jesús.
¡Dios les bendiga grandemente!
Comments