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Amor de papel

A pesar de que día a día somos testigos de amores fugaces, de relaciones efímeras, de juegos pasionales y de parejas sin ningún fundamento, considero que al final todos iniciamos una relación de pareja con la intención de permanecer en el tiempo, de que resultemos ser el uno para el otro y de que todo encaje.


No obstante, es evidente que hoy resulta difícil para muchos encontrar esa persona especial con quien crear una realidad. Y es que los tiempos van cambiando, y junto a ellos las estructuras y lineamientos que forjan las relaciones.


Así como vivimos en una era tecnológica, práctica y rápida, también entendemos que nuestras relaciones de pareja deben ser así, sin complicaciones ni conflictos que le sumen estrés a nuestras vidas. Es así como ante el primer indicio de posible sufrimiento en una relación, muchos prefieren apartarse y reiniciar la búsqueda de su supuesta felicidad. Conducta que por supuesto resulta normal, porque sencillamente no queremos sufrir, y menos por amor.


Sin embargo, todo sería muy diferente si antes de correr, analizáramos realmente la situación en que estamos, balanceamos los pro y los contra, y tomamos calmados la decisión de seguir o de permanecer; en vez de salir corriendo sin tan siquiera intentarlo.


Insisto, todo sería diferente si ante alguna problemática nos sentamos con nuestra pareja y hablamos como adultos de lo que sentimos y de lo que sucede, en vez de darle espacio al orgullo y preferir no hablarnos por varios días; si ante alguna mala acción de nuestra pareja o sencillamente algo que nos moleste, conversamos con confianza y marcamos juntos los límites, en vez de pelear, gritarnos y llenarnos de reproches.


Aunque a veces nos resulte difícil controlar nuestras emociones, todo sería muy diferente si logramos actuar sobre ellas, porque ya en el momento que ellas logren persistir sobre nosotros, ambos sabremos que fueron cosas del momento; no lo que realmente queremos.


Al final, no siempre que una relación se tambalea es porque no funciona, a veces ciertos factores (como la rutina, el tiempo, el estilo de vida…) son los que nos nublan y nos hacen obviar la realidad.


Y es que para muchos es difícil perdonar, dar espacio, olvidar, dar la mano, entender, comprender, arreglar. Hoy resulta imposible para muchos luchar y construir día a día una verdadera promesa de amor, porque se tiene la percepción de que al “doblar la esquina puedo encontrar a alguien más”. Y es así como se van haciendo costumbre las relaciones como un frágil papel, listas para disfrutar de los buenos momentos pero sobre todo aún más listas para desvanecerse cuando llegan las adversidades.


No podrás disfrutar plenamente de lo que es el amor mientras te acompañen prejuicios y mitos, debes desprenderte de ese conglomerado de conceptos que sólo distorsionan el panorama.


Si estás en una relación, junto a tu pareja, su proyecto de vida. Una vez ambos entiendan si están juntos solo “para disfrutar el momento” o si “desean una relación estable y funcional”, entonces podrán definir los patrones de conducta que les convienen.


Evalúen si están trabajando como equipo para lograr su meta, porque de eso dependerá que todo funcione. No se trata de “dar un poquito de mí solo para ver qué pasa”, sino de que ambos “demos todo para hacerla funcionar”. Claro está, siempre y cuando el propósito sea tener algo certero, duradero y funcional.


Ninguna pareja está exenta de problemas, ahora el punto estará en esos tipos de problemas y en cómo los manejan. Debemos comprender que una relación de pareja no es tan sencillo como simplemente estar, más bien se trata de una decisión que se toma cada día de elegirnos mutuamente y de crecer juntos en un sendero de valores.


Todo esto, teniendo claro que sin Jesús no es posible tener un verdadero fundamento, anclarnos a algo real. Él es la clave para que en vez de papel, nuestro amor sea similar a la roca.

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